lunes, 29 de agosto de 2011

Los que Oran



En mi angustia invoqué al Señor, y clamé a mi Dios. El oyó mi voz…
y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos.

Salmo 18:6.

Pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.
Juan 16:24.


        En el Nuevo Testamento los que creyeron en el Señor Jesús son designados desde el principio como “los discípulos” (Hechos 6:1), “los hermanos” (9:30), los “de este Camino”, es decir, los que seguían el camino del Señor (9:2). Luego fueron llamados “cristianos” (palabra que significa: de Cristo; Hechos 11:26).

       Cuando el Evangelio penetró en la isla de Madagascar, los cristianos fueron llamados «los que oran». A pesar de las persecuciones, estos creyentes adoraban abiertamente a Jesús, oraban en casa, afuera, y en todas partes adonde iban. Su fe no se limitaba a costumbres; era una fe viva, activa, de aquellos que recurren al nombre del Señor. Por esa razón sus enemigos les preguntaban: –¿Ora usted? Una respuesta afirmativa bastaba para detenerlos.

       El apóstol Pablo se convirtió cuando fue detenido por la visión de la gloria del Señor; por lo que permaneció ciego durante un tiempo. Entonces Dios mandó al discípulo Ananías que fuera a junto de Pablo. “He aquí, él ora”, le dijo el Señor para mostrarle que Saulo (o Pablo) había llegado a ser creyente (Hechos 9:11). Para Ananías los cristianos eran efectivamente los que “invocan el nombre del Señor”. Esta es una característica importante del cristiano.

       ¿Forma parte usted de los que oran? En su verdadero sentido, orar es el acto más intenso de la vida del cristiano. Es hallarse en la presencia de Dios y dirigirse al Todopoderoso, a quien el creyente conoce como su Padre. 

Una Línea siempre Libre



Aún no está la palabra en mi lengua,
y he aquí, oh Señor, tú la sabes toda.

Salmo 139:4.

Antes que clamen, responderé yo;
mientras aún hablan, yo habré oído.

Isaías 65:24.





        Trato de comunicarme con mi amigo por teléfono, pero un mensaje registrado me responde: «Su corresponsal está en línea; le avisaremos de su llamada». Esto significa que una vez más la línea está ocupada, ¡y me siento frustrado porque tengo un mensaje urgente para él!

       Entre el cielo y la tierra la línea directa nunca está saturada. Más directa y rápida que cualquier conexión entre los humanos, nos pone en relación con nuestro Dios.

       Cristiano, ¿sabe usted que Dios lo ve y lo oye de manera permanente? “Los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a sus oraciones” (1 Pedro 3:12).

       A veces Dios responde inmediatamente a los que se dirigen a él; así sucedió en el caso de Eliezer, a quien Abraham encargó una misión de confianza: hallar una esposa para su hijo Isaac. Antes de que acabara su oración, apareció Rebeca (Génesis 24).

       El rey Ezequías, al enterarse de que iba a morir, suplicó a Dios que le otorgara una prórroga, e inmediatamente Dios le contestó: “Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano” (2 Reyes 20:5).

       Pero a veces no responde enseguida. ¿Significa esto que él no oyó? ¡No!, pero la espera es portadora de un bien más grande, de una formación específica en la escuela de Dios. ¡No se desanime! Confíe en él, ya verá como él obrará. 

domingo, 28 de agosto de 2011

EN EL ABRAZO DE DIOS


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Puedes vivir todo el día, toda tu vida haciendo una sola cosa: VIVIR ABRAZADO O ABRAZADA A DIOS, vivir con sus mimos, cantándote "yo te amo". Porque puedes hacer muchas cosas o sentir muchas cosas, pero si tu solo deseas estar en su presencia, puedes en medio de todo VIVIR ABRAZADO O ABRAZADA DE DIOS.










Imagínate de bebe...
En sus brazos... tomándote...
Lentamente... te toma en sus brazos fuertes y cómodos... diciéndote:
“DESDE SIEMPRE TE CONOCI PEQUEÑO, PEQUEÑA...
YO TE FORME Y TE HICE TAL COMO ERES,..
ASI ME ENCANTAS...
HE VISTO TUS DOLORES HE VISTO TUS HERIDAS...
PERO TRANQUILO... YA ESTA APUNTO DE ACABAR...
YO TENGO ALGO NUEVO PARA TI... SI? YO TE AMO...
TU ERES MI ESPECIAL TESORO...
DARIA EL MUNDO ENTERO A CAMBIO TUYO...”



…Y esa es la vida en abundancia, HABITAR EN SU PRESENCIA. Aprendí que solo es eso... que solo es pasar tiempo con el y nada mas.

Vivir solo en sus brazos, en su abrazo. Dios solo quiere eso de ti. Pues cuando trabajes, estudies, o hagas cualquier cosa, si siempre buscaste su presencia, Dios seguirá abrazándote en todo momento.

Esa es la vida... VIVIR ABRAZADOS A EL A CADA SEGUNDO... siempre.

Ayer cuando estaba adorando esperaba sentirme súper enamorado, dejar todo de lado... dar todo de mi, pero me di cuenta q no podía, y es cuando aprendí que puedes estar firme en tu relación con Dios pase lo que pase o sientas lo que sientas.

Sientas lo q sientas pase lo que pase NADA TE ALEJARA DEL AMOR DE DIOS.

No es una fase... ES TODA UNA VIDA POR DELANTE, SOLO PERMANECIENDO CON EL. No hay necesidad de nada más.

Necesitabas de Dios??? Querías tiempo con ganas de necesitarlo??? ESTE ES TU MOMENTO, disfrútalo!!!

Querías tiempo para meditar?? Este es tu tiempo.

Puedes vivir todo el día, toda tu vida haciendo una sola cosa.. VIVIR ABRAZADA DE DIOS, vivir con sus mimos, cantándote "yo te amo".

Porque puedes hacer muchas cosas o sentir muchas cosas, pero si tu solo deseas estar en su presencia, puedes en medio de todo VIVIR ABRAZADO O ABRAZADA A DIOS.

Y cuando vivas abrazada a El,  EL MUNDO TE VERÁ Y ADORARÁ A DIOS, TODO LO QUE HAGAS TE SALDRA BIEN.

IMPACTARAS A MILES Y MILES DE PERSONAS. VIVIRAS LA GLORIA DEDIOS

Ahora se como vivir: Morando en su presencia por siempre. Vivir su abrazo, mirando como ama los corazones del mundo todos los días, así como ama  el mío.

sábado, 27 de agosto de 2011

El Cielo para Mañana


¡Vamos ahora! Los que decís:
Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año…
cuando no sabéis lo que será mañana.

Santiago 4:13-14.




El Cielo para Mañana
        Con la expresión «cielo cubierto» o «cielo despejado» a menudo la radio anuncia el tiempo previsible para el día siguiente. Pero, hay otro cielo que sería necesario observar. Algunas gotas de lluvia e incluso un tiempo no muy clemente en general no tienen una importancia vital. Pero no preocuparse por este otro cielo y por lo que Dios previó puede acarrear trágicas consecuencias.

       En un porvenir más o menos cercano cada uno tendrá que rendir cuentas de su vida y de la respuesta que dio a la salvación ofrecida por Dios. Jesucristo murió en la cruz para que el porvenir del ser humano no estuviese cargado de incertidumbre. El creyente sabe que Cristo abrió el camino hasta Dios y que le prepara un lugar en su maravillosa presencia.

       A veces las predicciones meteorológicas no se confirman, e incluso fallan. En cambio lo que la Palabra de Dios declara es infalible.

       Si no escuchamos el pronóstico meteorológico podemos decir: –Ya veremos mañana. En cambio, el asunto de nuestro porvenir eterno es demasiado serio para que permanezcamos indiferentes.

       Al contrario de todos los seres humanos, Dios conoce el porvenir y en consecuencia puede hablar de él. Lo que dice se cumple invariablemente. Es, pues, indispensable que usted inquiera acerca del cielo para mañana, es decir, que se preocupe por su eterno porvenir y por su relación con Dios. Para ello lea la Biblia, la revelación de Dios. 

Dios Escucha Nuestras Oraciones


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A él clamé con mi boca…
Ciertamente me escuchó Dios;
atendió a la voz de mi súplica.

Salmo 66:17, 19.

He aprendido a contentarme,
cualquiera que sea mi situación.

Filipenses 4:11.






Dios Escucha Nuestras Oraciones
        El primer versículo arriba citado expresa el agradecimiento hacia Dios por parte de una persona que atravesó una prueba muy dolorosa. No conocemos las situaciones que padeció, ni siquiera sabemos de quién se trata. Este caso es un ejemplo entre muchos otros, y es frecuente. Tal vez sea el del lector: usted se halla en una situación muy difícil. Le parece que todo está en su contra y no sabe cómo arreglárselas. Entonces hay un recurso: la oración. Por eso el autor del salmo escribió: “Me escuchó Dios; atendió a la voz de mi súplica”.

       Es extraordinario: el Dios creador, todopoderoso, justo y santo, escuchó y contestó. Es una experiencia que hemos hecho personalmente y a menudo. Él presta atención hasta a la voz de nuestra súplica; es decir, no necesita que le expliquemos cuál es nuestro estado ni nuestra situación. Él nos ve y nos conoce.

       Si el autor del Salmo 66 hubiese acariciado el mal en su corazón, el Señor no le “habría escuchado” (v. 18). Pero consciente de sus pecados se atreve a pedir el socorro de Dios. Tanto él como todos nosotros somos pecadores, pero felizmente Dios nos ama y dio a su Hijo para que nuestros pecados fueran borrados. Pero para gozar de este privilegio es necesario depositar nuestra fe en la obra de Cristo. Finalmente, no olvidemos agradecer siempre a Dios por su ayuda y decir como el afligido del salmo: “Bendito sea Dios, que no echó de sí mi oración, ni de mí su misericordia” (v. 20). 

¿Dónde está el Cielo?


Tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos,
eterna, en los cielos.

2 Corintios 5:1.




¿Dónde está el Cielo?
        En el sentido general, el cielo designa la atmósfera que rodea la tierra, allí donde vuelan “las aves del cielo”. En una segunda acepción el cielo abarca el vasto espacio donde se encuentra el conjunto de los cuerpos físicos celestes, como las estrellas. Pero estos dos sentidos no agotan la extensión del término.

       “Los cielos” también corresponden al conjunto de las realidades invisibles del mundo espiritual. La epístola a los Efesios designa cinco veces el cielo como “los lugares celestiales”. Mas la palabra “lugares”, agregada por los traductores, no debe inducir a error (en griego es literalmente: “los celestiales”), no se trata de un lugar geográficamente determinado, detrás de una galaxia. Hay metáforas utilizadas en la Biblia que no deben entenderse en un sentido literal.
       El Señor resucitó en un cuerpo real, pero calificado de “cuerpo espiritual”, lo que parece una contradicción para la inteligencia humana. Lo mismo ocurre cuando dice que Jesús “se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos” (Hebreos 8:1); esto significa que el Señor recibió una posición de honor y poder junto a Dios. Este último sentido de la palabra cielo abarca tres conceptos: –“Los lugares celestiales”, que es la posición de la que deberíamos gozar por la fe (Efesios 2:6). –“El paraíso”, adonde van las almas de los creyentes después de su muerte. –“La casa del Padre”, el lugar de la eterna morada de los cristianos nacidos de nuevo. 

La Sequía


Considerad los cuervos… Dios los alimenta.
¿No valéis vosotros mucho más que las aves?

Lucas 12:24.

Dios… no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien,
dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos.

Hechos 14:17.





La Sequía.
        El verano de 2003 fue particularmente caluroso y seco en Europa, aun en los países escandinavos. El pasto de las praderas se secó muy temprano. Sin agua las plantas no pueden desarrollarse, porque este elemento constituye una buena parte de la materia vegetal. Como estas plantas son el alimento de los animales y de los seres humanos, una sequía prolongada puede tener graves consecuencias para la alimentación humana.

       ¿Quién da las lluvias? El profeta Jeremías escribió: “Temamos ahora al Señor Dios nuestro, que da lluvia temprana y tardía en su tiempo” (Jeremías 5:24). Él es quien establece las condiciones favorables para producir el alimento que consumimos. ¿Somos conscientes de ello? ¿Le hemos dado las gracias como la Escritura nos alienta a hacerlo? “Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 5:20). La vida de nuestro cuerpo está mantenida por Jesús, quien nos creó: Él “sustenta todas las cosas con la palabra de su poder” (Hebreos 1:3).

       Pero él quiere más que esto para nosotros. Quiere darnos la vida eterna y llevarnos a Dios para siempre. ¿Cómo? “El que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22:17). Jesús dio su vida en la cruz para darnos “la vida eterna” (Juan 6:47). 

Un Fracaso Bien Devenido

Un Fracaso Bien Devenido

"Encomienda al Señor tu camino, Y confía en él; y él hará"
(Salmos 37:5).

Thomas Alva Edison registró 1.093 patentes. La mayor parte
de sus invenciones estaba por demás o casi imposible de
vender. Eran un fracaso. Pero, un hombre que inventó la
bombilla eléctrica y el gramófono, podía si dar el lujo de
muchos fracasos. Era tan desinteresado en los negocios que
perdió el control de las compañías lucrativas que fundó y,
mismo en tiempo de profunda crisis económica, él murió con
un patrimonio de 2.000.000 de dólares. Edison fue un fracaso
bien devenido.

Es obvio que aprendemos con nuestros fallos. Nosotros
también crecemos cuando fallamos. Pero, es necesario que
osemos fallar. Si estamos listos para fallar mucho,
aprenderemos bastante, pero, si nuestro orgullo no nos
permitir fallar, difícilmente alcanzaremos algún tipo de
éxito.

Muchas veces perdemos grandes momentos de alegría y
satisfacción porque somos rigurosos demás con nuestros
objetivos. Queremos ser victoriosos en todas nuestras
iniciativas y no aceptamos ningún error. Al experimentemos
una caída, a lo no percibir éxito en lo que hacemos, a lo no
ver resultado en la primera tentativa, desalentamos,
sentimonos fallidos, desistimos de luchar y no tenemos
coraje de recomenzar. Asumimos la posición de perdedores y
renunciamos de los sueños de felicidad.

Pero, existen muchos ejemplos que prueban lo cuanto estamos
equivocados. Edison es apenas un nombre entre cientos o
millares. ¡Una caída no es una derrota! ¡Un fallo no
significa fracaso! Un paso mal dado no impide que vengamos a
dar otros. Un fallo puede ser corregido. Aprendemos con los
errores, con las desilusiones, con las chascos. La
perseverancia siempre nos hablará al oído: "Usted no errará
nuevamente, no cometerá nuevos fallos, no verá nuevos
fracasos". Y, agarrando con mano firme la esperanza y la fe,
veremos, por fin, el porteo de todas nuestras conquistas.

Sus fracasos serán insignificantes cuando contemple el gran
éxito anhelado. Confíe en Dios, ¡Él ayudará usted siempre!

viernes, 26 de agosto de 2011

La Experiencia más Conmovedora



Ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios,
que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

Romanos 8:39.

Si guardareis mis mandamientos,
permaneceréis en mi amor.

Juan 15:9-10.




La Experiencia más Conmovedora
        Mi vida no tiene nada de excepcional. Sin embargo, quisiera compartirles mi experiencia más conmovedora. Quizás usted piensa en un acontecimiento sorprendente, pero no es el caso. Para mí esta experiencia consiste en la progresiva conciencia del amor de Dios por mí. Aunque creyente desde hace mucho tiempo, sólo en estos últimos años este pensamiento del amor de Dios por mí me llena de una felicidad y una emoción cada vez más nuevas.

       ¡Qué sorpresa cuando yo, débil criatura, más escéptica que creyente, descubrí que era amada profundamente por Dios mismo, con un amor fiel, tierno y fuerte, siempre activo en el momento oportuno! Esto es lo que ahora constituye la fuerza de mi vida. Al ser consciente de este amor por mí, llego a la convicción de que nunca más estaré solo. Aun cuando todo esté oscuro, si soy incomprendido y rechazado, soy amado por aquel que está por encima de todo.

       Pero, me dirá usted, ¿cómo tuvo esta maravillosa experiencia? La lectura sencilla y atenta de la Palabra de Dios, en particular de los evangelios, me hizo descubrir el amor de Dios por medio de la vida de Jesús. ¿Y qué decir de su sacrificio redentor? El punto culminante del amor divino se halla en la cruz, cuando Jesús dio su vida por mí. “El Hijo de Dios… me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20). Recibir esto sencillamente por la fe aporta verdaderamente una felicidad pura, alentadora y maravillosa. 

¿Extraviado?


Así ha dicho el Señor:
Volveos ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras.

Zacarías 1:4.

Muéstrame, oh Señor, tus caminos;
enséñame tus sendas.

Salmo 25:4.

Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar;
sobre ti fijaré mis ojos.

Salmo 32:8.




¿Extraviado?
        –No puede perderse; siga la carretera principal que sube hasta la aldea. Pero la carretera que tenía que seguir se alejaba de la dirección prevista. Después de algunos kilómetros tuve la convicción de haberme extraviado. Entonces vi una granja habitada y a alguien que probablemente podría indicarme el camino… –No está en el camino correcto, pero puede llegar a Villa Diego si al llegar a la próxima granja se desvía hacia la derecha…

       Mi vida puede ser un tanto comparada al camino que he emprendido. Debo escoger la dirección correcta para llegar al buen destino. ¿De qué, o más bien, de quién fiarse para escoger bien? ¿Voy a seguir los consejos de filósofos, líderes espirituales o gurús de mi época?

       En mi camino Jesucristo me encontró, porque me buscaba. Lo escuché y comprendí que sólo él podía conducirme con seguridad, pues él declaró: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). Con él ni usted ni yo podemos equivocarnos de camino. ¡Pidámosle sencillamente que nos guíe y confiemos en él! Él nos hará conocer el camino que lleva a la vida eterna. Leamos la Biblia: ella nos revelará sus planes de amor para nosotros. 

No Puede Impedírselo


Con amor eterno te he amado;
por tanto, te prolongué mi misericordia.

Jeremías 31:3.

En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros,
en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo,
para que vivamos por él.

1 Juan 4:9.





No Puede Impedírselo
        Usted no puede alejar a Dios de su vida, no puede impedirle que lo ame.

       Usted puede rehusar la salvación que se le ofrece por Jesucristo, relegar ese mensaje al nivel de antiguas fábulas, pero no podrá impedir a Dios que lo ame.

       Usted puede convencerse de que Dios no existe, que el más allá no existe, y que por consiguiente nunca tendrá que vérselas con él. Puede persuadirse de que el hombre es una criatura fruto de la casualidad, pero sus ideas no impedirán que Dios lo ame.

       Hasta podría ser un temible bandido, pero esa mala conducta tampoco impediría a Dios amarlo y buscarlo.

       El amor de Dios no se puede comprender mediante el razonamiento humano; hay que experimentarlo. A esto Él le invita aún hoy. Alguien que durante toda su vida no haya experimentado el amor de Dios es como un miserable mendigo que posee un tesoro y no lo sabe.

       Dios dio la más grande prueba de ese amor al entregar a su Hijo Jesucristo a fin de que muriera en la cruz para salvarnos.

       Si usted aún no lo ha hecho, responda a ese amor; acepte el perdón de Dios y aprenda a conocerle como su Padre.

       El amor de Dios es grande, no podrá jamás cesar; más aumenta más se expande, cuanto más le dan lugar. 

Asaf



Se llenó de amargura mi alma, y en mi corazón sentía punzadas.
Tan torpe era yo. Me tomaste de la mano derecha…
después me recibirás en gloria.

Salmo 73:21-24.


 

Asaf
        Este hombre vivió antes de la llamada era cristiana. Escribió varios salmos, entre los cuales está el 73, citado en el encabezamiento. Se hacía preguntas al ver a su alrededor personas a las que llama “arrogantes”, y quienes aparentemente tenían éxito en todo, mientras que él, aunque fiel, era probado. Podríamos hacer semejantes observaciones en nuestros días.

       Después de un “duro trabajo” (v. 16), Asaf se volvió con todo su corazón a Dios y… ¡su forma de ver las cosas cambió! Comprendió que el aspecto actual de las circunstancias no implicaba la realidad final: llegará el día en que el hombre rendirá cuentas a Dios, porque todo lo que los hombres hacen está escrito: “Los libros fueron abiertos… y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (Apocalipsis 20:12).

Entonces Asaf volvió a encontrar su tranquilidad y su gozo en Dios:

–Dios no lo había abandonado durante ese duro período: “Me tomaste de la mano derecha” (v. 23).

–Era su guía: “Me has guiado según tu consejo” (v. 24).

–Era su protector y su herencia eterna: “La roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre” (v. 26).

–Era su dicha desde entonces: “En cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien” (v. 28).

       En Jesucristo, el Hijo de Dios, tenemos un Pastor fiel para el tiempo presente y un Salvador perfecto para la eternidad. 

Una Palabra Borrada del Vocabulario



De dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos,
los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias,
las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia,
la soberbia, la insensatez.

Marcos 7:21-22.

La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
1 Juan 1:7.




Una Palabra Borrada del Vocabulario
        Es la palabra pecado. Para millones de personas el pecado perdió completamente su sentido y su fuerza. Nos dirán que esa noción fue inventada por el clero para asustar a la gente. Otros reservan la palabra pecado para designar lo que al parecer es escandaloso o merece ir a la cárcel.

       Pero hace cerca de dos mil años Dios inspiró al apóstol Pablo para describir nuestra época de una manera sorprendentemente realista: “En los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos (egoístas), avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural…” (2 Timoteo 3:1-5). Es un trágico inventario de toda la maldad que encubre el término “pecado”, cuya fuente es el corazón humano.

       En la India se pueden ver multitudes exclamando en las orillas del Ganges: «¡Oh santo Ganges, lávanos de nuestros pecados!». En otros lugares se ofrecen sacrificios para reconciliarse con los dioses. En todos esos seres humanos ligados a la idolatría subsiste el sentimiento del pecado. Pero en los países de origen cristiano hay gente que el pecado ignora intencionalmente. Sin embargo llegará el día en que cada uno tendrá que rendir cuentas a Dios. ¡Crea en la obra de salvación de Cristo en la cruz para que sus pecados sean borrados! 

La Oración



Tú oyes la oración; a ti vendrá toda carne.
Salmo 65:2.

Por esto orará a ti todo santo
en el tiempo en que puedas ser hallado.

Salmo 32:6.


 

La Oración
        ¿Tiene sentido orar? ¿De qué sirve la oración? Hay personas que sonríen al oír estas preguntas y piensan que orar es un monólogo mediante el cual la gente trata de persuadirse de ciertas cosas.

       Pero no es cierto. Orar, es decir, hablar con el Dios viviente, eterno, todopoderoso, es algo indispensable para el creyente. Él tiene que hablar con su Dios y se le permite hacerlo, porque Dios oye y contesta las oraciones. Pero hay algo que Dios desea de nosotros: que oremos confiando en su amor y omnipotencia, dejando en sus manos la manera en que vaya a responder.

       Al lado de la oración, que a menudo la convertimos en un pedido a nuestro favor, Dios nos concede la posibilidad de interceder, es decir, de orar por los demás. No nos cuesta orar por los que amamos y apreciamos, pero el Señor Jesús exige también que intercedamos por los que no nos quieren o nos hacen daño. Si nos dejamos mover por el amor de Dios, también podremos hacer tales intercesiones.

       Existe aún otro motivo para hablar con Dios: el agradecimiento. Debemos darle las gracias por todo lo que nos dio mediante el Señor Jesús y por todo el bien que recibimos diariamente de su parte. Estrechamente ligada con el agradecimiento está la alabanza. Podemos celebrar a Dios por lo que él es y por lo que nos permite experimentar. Y ¿cuál es el resultado, cuando nuestra oración llega a ser alabanza y loor? Hará que nuestros corazones estén felices.