jueves, 22 de septiembre de 2011

“Mi esposo no es cristiano”


En mi último viaje a México me llamó la atención una señora que me comunicó su desesperación por la falta de interés de parte de su marido en las cosas de Dios. Esta no ha sido la primera persona que abrió su corazón y me confió algo tan entristecido como la del cónyuge que no cree en Dios.
No importa los detalles; los conflictos espirituales en el matrimonio llegan a producir crisis en proporciones alarmantes. Si tu marido o esposa no cree, estás al tanto de esos desafíos.
La pregunta fundamental es ésta: ¿Hay esperanza de éxito en matrimonios entre creyentes y no creyentes? En la verdad, con la ayuda de Dios todo es posible. Pero en su mayoría el creyente en la pareja no sabe qué hacer. Algunos se han desanimado al ser ridiculizados por su compromiso en seguir a Cristo. Sabemos que eso no es correcto y que debe haber algo que se puede hacer.
Por eso, creo que la primera cosa que puede hacer la creyente casada con un hombre no cristiano, es conocer la perspectiva bíblica de su responsabilidad. Un hermano que estuvo en la misma situación, sugiere algunos principios que quizás le pueden ayudar: “La Biblia da a las esposas y maridos cristianos la responsabilidad de amar a su cónyuge,       con       un amor incondicional”. También tiene que dedicarse a él, orar por él y animarle. Pero no debe ser responsable por su situación espiritual. ¿Por qué? Porque la palabra de Dios no espera que sea. Tu cónyuge es responsable por su salvación. Punto final.
Aparte de eso, líbrate de todo sentimiento de culpabilidad. Satanás utiliza la culpabilidad y los sentimientos de fracaso y dudas de fe como trampas para quitarte del camino. El parece susurrar en tu oído estas palabras: “Tu tarea es muy difícil; tu marido o esposa se separará de ti si pones a Cristo en primer lugar en tu vida”. Pero debes resistir esas trampas de Satanás y deshacerte de los sentimientos de culpabilidad por tu marido o esposa por no ser creyente. No eres responsable por la situación espiritual de tu cónyuge.
Al concluir que sólo Dios puede cambiar a tu marido, te sentirás libre de la culpabilidad y podrás empezar a hacer otras cosas más productivas. Por ejemplo, en vez de insistir con tu marido o esposa que vaya contigo a la iglesia o que lea literatura cristiana, la Biblia enseña que hay maneras de influenciar a tu cónyuge para Cristo si sigues los siguientes pasos:
1. Usa tus frutos. Tus acciones dan el ejemplo. En vez de pagarle con la misma moneda con burlas que quizás estés recibiendo, demuestra tu bondad y tu compasión propia de una mujer cristiana. Debes seguir el ejemplo de Cristo en la manera en que trató a la mujer samaritana. El Maestro podría haberla condenado o avergonzado, pero no lo hizo. El Señor le enseñó misericordia y le ofreció un regalo inestimable: la vida eterna. El apóstol Pedro confirma que la mujer puede persuadir a su marido haciéndolo creer por sus acciones. Dice así: “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa” (1 Pedro 3.1-2).
2. Sé diplomática. Trata a tu marido con el mismo respeto que tratarías a una persona de afuera. “Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno” (Col. 4.5-6). Debemos tratar a los de afuera o los no creyentes con compasión. No sea que por tus inversiones emocionales profundas en tu matrimonio no puedas utilizar métodos creativos de evangelismo con tu marido. Piensa cómo tratarías a un compañero de trabajo o a un vecino con quién quisieras compartir el evangelio. ¿Has considerado usar las mismas técnicas en tu matrimonio?
3. Ora con propósito específico. Tanto conocer las Escrituras como orar específicamente por la conversión de tu cónyuge son las cosas más efectivas que puedes hacer. Pide a Dios que te ayude a derramar el amor del Padre sobre tu marido o esposa (Rom. 5.5) y pide también su guía y valor para ti.
4. Evita trampas. No le lleves a la iglesia bajo pretextos falsos. Si los mensajes son evangelísticos y sabes que él se sentirá incómodo en el culto por no ser convertido, sería bueno advertirle de que se tratara o traerlo en otra ocasión.
5.  Actividades de la iglesia. ¿Puedes imaginar alguna actividad de la iglesia en que a tu marido le gustaría participar? Puede ser una serie de predicaciones, una campaña, o un seminario cuyo tema sea sobre el matrimonio y educación de los hijos.
6.  Incluye, no excluye. Es importante tener en mente que a pesar de las diferencias, tienes un compromiso con tu cónyuge y con Dios en cuanto al sacramento del matrimonio. Si guardas rencores y no eres cariñosa, entonces estarás enviándole un mensaje negativo. Sería preferible ser amable y considerada en vez de andar amargada. Este sería el mayor testimonio que le puedes dar.
Sobre todo, en el proceso de ganar a tu cónyuge para Cristo, ten en mente que Dios estará a tu lado siempre. El será tu protección, tu roca, mientras continúas en esa empresa tan difícil. Dios te ama a ti como ama también a tu cónyuge. Jesucristo dice así: “Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (Lucas 15.10).
El esfuerzo en convertir a un cónyuge a Cristo es grande, pero la satisfacción del resultado es mayor aun. Por lo tanto, no debes desmayar. Ten en mente siempre a Hebreos 10.39, que dice aquí: “Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma”.
La Voz Eterna

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